jueves, 4 de diciembre de 2014

Un viaje de reencuentro


Lo mejor de la vida se disfruta entre amigos...
Vaya que es cierta la frase y es que, de todos los momentos que recordamos en la vida, son esos instantes que pasamos entre amigos los que nos proporcionan la felicidad.

Y no se trata de comidas, fiestas, baile... sino de todas las cosas sencillas que puedes realizar en compañia de aquellos que llegan a ser tan apegados como un hermano.

Este año, nos pusimos de acuerdo Rodolfo, su esposa Zulem, mi esposa y yo. Emprendimos un viaje de 16 horas a la península de Yucatan. Con la ventaja que te da el saber manejar por parte de toda la tripulación, nuestro viaje fue una experiencia única. El vehículo sirvio de cama, comedor, sala de maquillaje, entre tantas otras cosas.

Llegamos en primer lugar a Hopelchen, Campeche ya entrada la tarde. El cielo se cubría con su manto de estrellas que titilaban gustosas como saludandonos al vernos pasar. Recién llegamos y fuimos a ver a "las Marias" y a Moi. Recordabamos aquellos tiempos cuando su mamá me curaba del "ciro", el "chok nac" y tantos males de mi estomago. Allí nos disfrutamos unos ricos frijolitos y unas gordas deliciosas.

finalmente llegamos al que sería nuestro hospedaje con la familia Euan Bonilla y de allí... ¡comenzó la semana de paseo!

Andar por las calles de Mérida es retornar al pasado, con sus casas blancas y sus calesas. La gente es tranquila y muy amable. Las sonrisas brotan a flor de piel mientras el sol baña las casas antiguas de sus moradores.


Claro, antes de ir al paseo estuvimos conviviendo con nuestros hermanos espirituales en una asamblea complemente en maya. Por cierto, el salón de Asambleas de los Testigos de Jehová es un lugar digno de admirar
y algo que nadie que visite Mérida debe dejar de conocer.

Despues de la sesión de la mañana pudimos dar un paseo por Progreso. Admirar su muelle fiscal y andar por el malecón con la brisa acariciando nuestros rostros y despeinando de manera juguetona a las mestizas, es algo que se queda para el recuerdo.
 Todo lo que tienes que hacer es dejarte llevar por el momento y cerrar los ojos para disfrutar de la maravillosa sensación de paz que se disfruta en este pequeño Puerto.

El día lunes fue de Comida con los amigos Keb, que nos esperaron con un rico Pollo a la Kentucky y, despues nos acompañaron en nuestra visita a la ruta Puuc.
Allí pudimos admirar las creaciones sobresalientes de los mayas, quienes desarrollaron este singular estilo arquitéctonico al que ahora conocemos como Puuc.




 Así, pudimos visitar Sayil, Labna, Kabah y Uxmal ya por la noche.

El siguiente día nos esperaba un viaje de cuatro horas por las hermosas carreteras yucatecas. Nuestro destino... Tulum y Bacalar.
Tan pronto llegamos contratamos un servicio para que nos dieran un recorrido por el mar a fin de poder ver la zona arqueologica desde el agua.
El guía nos explico que una parte del castillo hacía las veces de faro. Con dos ventanas a los costados, los antiguos mayas tenían que alinearse para poder entrar o salir de la bahia. De no hacerlo, se topaban con la muralla de coral y sus canoas quedaban hechas pedazos.

Esta fue la razón por la que los conquistadores nunca pudieron entrar a Tulum.




Ya para esto era Martes y la semana se nos iba como agua entre los dedos. Tuvimos que viajar para pasar la noche en Bacalar, donde el cielo nos recibió con una lluvia torrencia.
Allí nos alojamos en casa de los Poot y recibimos con mucho agrado la visita de nuestros amigos, Gonzalo, Inés, Eunice y algunos compañeros que venían con ellos.
Estos amigos han avanzado mucho en su aprendizaje del alemán bajo y ahora pueden intercambiar comunicación con los menonitas residentes de la zona.

El miercoles fue dia de regresar y con mucha tristeza nos despedimos de aquellos paradisiacos lugares y de tan magnifica compañia. Por la noche, unos ricos tacos de cabeza de res y nuestro respectivo machacado nos esperaban para la cena.

¡Ahhh! Pero antes nuestras queridas esposas hicieron su recorrido obligado por las muchas zapaterias y fabricas de calzado que hay en Ticul.

El jueves fue de grutas en Loltun, donde las muchachas no se quedaron con las ganas de tocar las columnas que hacer el famoso sonido: LOL... TUNNNNNN.


Ese dia regresamos temprano pues era el dia de la boda. Valeria vistió hermosa como siempre, con ese don de gente que le caracteriza y su sonrisa que engalana todo su ser.

El novio nervioso veía realizarse el sueño que ambos iniciaron meses atrás. Un discurso con consejo tomado de la Biblia fue el preambulo para lo que será toda una vida juntos.

La fiesta terminó y nos había llegado el día viernes.





Por la mañana estuvimos en la oficina de traducción al maya y despues fuimos a reencontrarnos con otros viejos amigos.

En Progreso vimos a Juan Carlos, en Telchac Puerto a los Chay y a Kevin y Margo y en Motul finalmente, pudimos ver solamente a Cuevas y su familia.


Con la tristeza de  no poder ver a más de mis amigos, nos regresamos a Mérida y de allí a Santa Elena.





Se acababa la semana. El sabado finalmente la pasamos con los Eúan. Disfruamos mucho de recordar experiencias durante la semana con ellos. Fue muy agradable recibir la visita de la hermana España tambien una noche para recordar aquellos días cuando en grupo ibamos en busca de pueblos mayas.

Recordar como nos desgastamos y cuanto apoyo me dieron en ese tiempo todos mis amigos me hace sentir pleno, satisfecho y seguro de haber vivido la vida con tanta riqueza como nadie puede jamas entender.


Este ultimo día tambien, despues de ir a nuestra reunión espiritual lo pasamos en casa de los Bonilla, dónde el hno. Humberto nos recibió con unos charros negros para los varones y unas piñas coladas para las muchachas. Allí convivimos con mi compañero y amigo David y su esposa. Las horas se nos fueron recordando experiencias vividas tiempo atras y entre bromas, ensanchamos nuestra amistad y los lazos que nos unen. Ahora en una amistad mas extensa pues se unieron al club los Sosa.

Como todo, la semana llego a su fin. Recordamos con Rodo y Zuly tantas cosas que nos pasaron y que se quedan como anécdotas para los nietos si acaso algún dia. Como el agua salada que nos tocó probar, la boda de María a la que no fuimos, la "confusión" del brasileño con mi liza y tantas otras cosas curiosas. Pero tambien regresamos agradecidos de sentir que aquel amor y cariño que mis antiguos amigos expresaron hace ya muchos años, sigue intacto... como bálsamo que refresco mi memoria raída y que me impulsa a seguir adelante.




Cada una de las aventuras que vivimos en este viaje los Sosa y Nosotros fueron minutos de oro, pequeños trazos del hilo de la vida que nos unen, que nos acercan y nos permiten formar eso tan valioso que se llama "AMISTAD".